Comenzamos la ruta partiendo desde la Plaza de Santa María de Guadalupe por las calles Gregorio López, Poeta Ángel Marina, Calvario y plazuela de San Francisco, para cruzar la carretera EX-118, camino de la era, para bajar al río, dejando a la derecha el camino del Va-:lle del Espino.
Se puede observar cómo el paisaje de olivares y viñas nos abre puertas a la imaginación jugando con los desniveles del terreno; a los lados del camino crecen zarzas y en sus campos
pastan ovejas
Acompañados por el rio Valhondo, seguiremos su curso dejando a la derecha los caminos del
Valle del Peral y el de la Calera, pequeña población que pertenece a la localidad de Alía.
Campos de olivos acompañados por el murmullo de aguas cristalinas y el canto de los pája-ros, que transmiten paz al caminante. Más adelante y también a la derecha, el camino de San
Antón, sus vistas son similares
Seguiremos hacia arriba dejando a la derecha las dehesas, donde podemos observar grandes encimas y alcornoques, reconocidos por sus troncos desnudos. Sierras y montes juegan en la retina del caminante, que curioso, puede mirar por doquier y descubrir un mosaico de posibilidades agrícolas y ganaderas.
Llegamos a la Casa de los Majuelos (la cual está en ruinas), donde se dice que estuvieron ubicadas las bodegas de los Jerónimos. Su construcción es de mampostería y en sus tejados
hay restos de tejas árabes
Continuaremos por el barranco de Tumbalobos, llamado así porque, según dicen los anti-guos, era habitado por estos animales.
Seguiremos por la Caraballa, los Cardenillos y el arroyo del Medio, que acogen en sus tierras las raíces de grandes olivos, llegando así a la carretera y al lugar de origen.